Durante décadas, este fósil catalogado como un ejemplar de Tridentinosaurus antiquus, se consideró una pieza importante para comprender la evolución de los primeros reptiles, pero algunos rasgos desconcertaban a los paleontólogos.
El hallazgo, realizado por un equipo del University College Cork (Irlanda), ha servido a los investigadores para pedir prudencia a la hora de utilizar el fósil en futuras investigaciones.
El fósil no es más que pintura negra en una superficie rocosa
Cuando se descubrió, el Tridentinosaurus antiquus, el contorno de su cuerpo aparecía oscuro sobre la roca circundante, lo que llevó a pensar que tenía tejidos blandos conservados, y eso hizo que fuera clasificado como miembro del grupo de reptiles Protorosauria.
La nueva investigación, publicada este viernes en la revista científica Palaeontology, ha revelado que el fósil, famoso por su extraordinaria conservación, no es más que pintura negra sobre una superficie rocosa tallada en forma de lagarto.
La supuesta piel fosilizada había sido celebrada en artículos y libros, pero nunca se estudió en detalle.
La conservación un tanto extraña del fósil había dejado a muchos expertos con dudas sobre a qué grupo de reptiles pertenecía el ejemplar -parecido a un lagarto- y también muchas incógnitas sobre su historia geológica.
“Los tejidos blandos fósiles son raros, pero cuando se encuentran en un fósil pueden revelar información biológica importante, por ejemplo, la coloración externa, la anatomía interna y la fisiología”, explica la directora de la investigación Valentina Rossi, del University College Cork.
El contorno del Tridentinosaurus se creó artificialmente
“La respuesta a todas nuestras preguntas estaba justo delante de nosotros, teníamos que estudiar con detalle este espécimen fósil para desvelar sus secretos, incluso aquellos que quizá no queríamos conocer”, comenta.
El análisis microscópico mostró que la textura y la composición del material no eran tejidos blandos fosilizados auténticos.
Una investigación preliminar con fotografía UV demostró que el espécimen había sido recubierto con algún tipo de material, lo que no resultaba raro porque en el pasado era común cubrirlos con barnices o lacas para conservarlos en las vitrinas de los museos.
El equipo esperaba que, bajo la capa de recubrimiento, los tejidos blandos originales aún estuvieran en buenas condiciones para extraer información paleobiológica significativa.
Los resultados indican que el contorno del cuerpo del Tridentinosaurus antiquus fue creado artificialmente, probablemente para mejorar el aspecto del fósil, un engaño que durante décadas confundió a los investigadores que habían estudiado el fósil.
La conservación había desconcertado durante décadas.
Por esa razón, el equipo responsable de esta investigación está formado por colaboradores de la Universidad de Padua, el Museo de la Naturaleza del Tirol del Sur y el Museo delle Scienze de Trento, y liderados por Rossi han pedido prudencia a la hora de catalogar restos antiguos.
“La peculiar conservación del Tridentinosaurus había desconcertado a los expertos durante décadas. Ahora, todo cobra sentido. Lo que se describía como piel carbonizada, es sólo pintura”, concluye la coautora de la investigación, Evelyn Kustatscher e investigadora en Bolzano.
Pero no todo está perdido, porque el fósil no es una falsificación completa, aseguran los autores.
Los huesos de los miembros posteriores, en particular los fémures, parecen auténticos, aunque mal conservados.
Además, los nuevos análisis han puesto de manifiesto la presencia de pequeñas escamas óseas llamadas osteodermos -como las escamas de los cocodrilos- en lo que quizá fuera el lomo del animal.
Este estudio es un ejemplo de cómo la paleontología analítica moderna y los métodos científicos rigurosos pueden resolver un enigma paleontológico casi centenario.